La última versión del sistema operativo móvil de Apple, iOS 11, ha resultado ser una llamada de atención para una compañía que tiene la perfección y la singularidad del software en su ADN. Los constantes fallos, problemas y retrasos a la hora de lanzar algunas características concretas han dado como resultado una información de la que ya hablamos hace unos días, pero que hoy es posible ampliar: este año no habrá cambios masivos en las actualizaciones que llegarán en otoño.

A pesar de que sí que habrá un puñado de características relevantes (como las aplicaciones universales de las que tanto se ha hablado o mejoras en el control parental a través de una herramienta específica para determinar la cantidad de tiempo que los niños invierten con los dispositivos, por ejemplo), la realidad es que 2018 no será un año en el que la compañía californiana haga gala de muchas virguerías en su nuevo software.

 Así se lo han revelado a Bloomberg fuentes cercanas a la empresa, dejando claro que características como el rediseño de la pantalla de inicio o una profunda mejora en la aplicación de Fotos tendrán que esperar. ¿Hasta cuando? Hasta que estén listas al cien por cien.
Un modelo de actualizaciones que pasa factura

Craig Federighi, responsable de Software de Apple, habría comunicado la decisión de cambiar el modelo actual de trabajo a uno que liberase presión sobre las actualizaciones a lanzar. Hasta el momento, el calendario autoimpuesto por Apple exigía el desarrollo de un nuevo software con cambios profundos cada año, presentado durante la WWDC de junio (su evento para desarrolladores) y liberado de manera pública en septiembre, con la llegada de los nuevos modelos de iPhone. Sin embargo, este modelo no parece estar siendo todo lo operativo que debiera.

Estar sujetos a una programación que requiere de un determinado número de novedades para una fecha concreta provoca que, en muchas ocasiones, estas se pongan a disposición de los usuarios sin haber pasado por un proceso de optimización óptimo. El resultado lo conocemos todos: problemas y más problemas que para Apple suponen un dolor de cabeza fácilmente atajable mediante un calendario menos exigente. Tanto a imagen de marca como de satisfacción de sus clientes, esto es algo que la compañía no puede permitirse en camino que siempre ha estado orientado a ofrecer lo mejor del mercado.

Craig Federighi.

Seguramente, un año era más que suficiente en el pasado, cuando a Apple no se le exigía tanto y, sobre todo, cuando el número de usuarios y dispositivos era menor. En la actualidad, poner en circulación una nueva actualización implica que millones de dispositivos van a instalarla nada más aparezca la notificación de disponibilidad en multitud de dispositivos diferentes. El espectro de terminales que venden oficialmente los de Cupertino, junto con aquellos que ya no están en el catálogo pero continúan soportando las mejoras del sistema, hacen de cada nueva versión una amalgama de variables cada vez más difíciles de controlar en su totalidad de manera perfecta.

El peso seguirá en las actualizaciones anuales

Aunque todo indique que ahora Apple se permitirá ser más benevolente a la hora de ponerse determinados objetivos inamovibles en lo que a características se refiere, esto no quitará para que, naturalmente, el peso de las novedades llegue en la cita anual de la WWDC 2018. De alguna manera hay que mostrar al mundo cuál es el rumbo de la plataforma, en qué se ha invertido el tiempo durante los últimos 12 meses y qué pueden esperar que tenga su nuevo iPhone en septiembre o cómo se mejorará su modelo actual cuando llegue la nueva versión de iOS.

Lo que vendrá con iOS 12 –presumimos que este será su nombre final– es aún una incógnita en su gran mayoría, dado que restan varios meses todavía hasta veamos la versión perfilada del sistema. Además de algunos cambios menores, sí se conoce ya que Siri volverá a tener especial peso en esta nueva actualización, algo que resulta más que necesario. Apple se ha quedado atrás en un terreno (el de los asistentes virtuales) donde una vez fue la referencia y ahora, con la llegada del HomePod, resulta más que necesario poner toda la carne en el asador para mejorar una herramienta que, pudiendo ser utilizada a través de sus principales productos –iPhone, iPad, Mac, Apple Watch, AirPods, HomePod–, no es tan completa como demanda el mercado.

Además de esto, los Animojis seguirán mejorando, imaginamos que con el fin de reconocer más fielmente las expresiones faciales y poder llevar a cabo más acciones con ellos. El dato interesante es que también llegarán al iPad, aún no se puede dar por confirmado ese rumor que imaginaba un nuevo modelo de tabletas en las cuales se podría apreciar un notch o península en la parte superior para alojar los sensores de desbloqueo facial y seguimiento del rostro, pero ahora parece más probable que nunca.

 La implantación de este nuevo modelo de actualizaciones plantea un 2018 interesante para Apple, donde ahora sí que se exigirá a la compañía que desaparezcan los errores y los fallos tontos y molestos que tan comunes han sido en los últimos tiempos. Si las novedades van a ser más livianas, al menos que sean óptimas a la primera y no a la segunda, la tercera o la cuarta actualización posterior. El reto está en conseguir esto, que podemos asociar con crear un ecosistema agradable para los usuarios, sin que se genere una pérdida de interés provocada por la falta de innovación de la que siempre se ha querido hacer gala en la empresa. Lo que está claro, habiendo sido demostrado numerosas veces a lo largo del tiempo, es que termina resultando mejor la calidad que la cantidad.