‘Game of Thrones’, Temporada 7: Quién murió, quién vive y lo que aprendimos

Escrito por el agosto 29, 2017

Batallas enormes, alianzas improbables, noches fogosas y dragones zombie rarísimos; por qué esta breve temporada fue la racha de episodios más loca de la serie hasta ahora

 

Jon Snow y Tyrion Lannister. Foto: HBO

(¡Cuidado! Esta nota contiene spoilers)

Si eligieras una única imagen, un momento, una pelea para resumir la Temporada Siete de Game of Thrones… bueno, estarías loco, para ser sincero. Puede que sólo haya durado siete semanas, pero esta fue la serie de episodios más épica de la historia de GoT, por un margen lo suficientemente grande como para que pase un infierno de muertos vivos por el medio. ¿Por dónde empezar?

El lugar más obvio sería Daenerys Targaryen, en gran parte porque apareció por todos lados. Después de años envuelta en las lejanas tierras de Essos, terminando con el trabajo de la trata de esclavos mientras sus tres dragones crecían hasta adquirir proporciones de saurios, finalmente regresó a su hogar ancestral. Con ella llegó toda una armada, liderada por una alianza de líderes improbable -uno de las cuales no sobrevivió demasiado tiempo a su llegada a la isla de Rocadragón-.

En un intento por ganar la guerra por el Trono de Hierro a través de medios convencionales, llevó su flota al sur y a su ejército de sus supersoldados Inmaculados, al este. Ambas misiones terminaron en desastres: sus naves fueron destruidas por el rey pirata Euron Greyjoy, quien cortó dos de sus vínculos con los siete reinos; y cortesía de un ardid orquestado por los comandantes Lannister Jaime y Bronn, sus soldados eunucos salieron en una búsqueda infructuosa. Mientras tanto, sus enemigos reales desplazaron a la líder del tercer reinado, Olenna «Queen of Thorns» Tyrell.

Sólo cuando la Madre de los Dragones finalmente utilizó a sus hijos contra las fuerzas revenidas de Jaime, acompañada por su imparable caballería Dothraki, logró algún progreso en el campo de batalla. Y, man, qué pedazo de batalla. La carnicería dejó a su consejero Tyrion temblando, y a su hermano el Matarreyes listo para rendirse.

No fueron los únicos que quedaron impresionados con el poder de fuego literal a su disposición. Agregándose a la peculiar mezcla de personajes en Rocadragón, Jon Snow apareció junto a su consejero Ser Davos Seaworth. Allí le rogaron por su ayuda para vencer al ejército de muertos del Rey de la Noche, al norte del Muro. Pero era una empresa difícil, incluso para una mujer que se pasaba el día volando sobre el lomo de un lagarto escupefuego. (Y que en ese momento desarrollaba un afecto por el Rey del Norte). Como con los Lannisters y los dragones, Dany necesitaba ver la amenaza por sí misma para creer en ella de verdad.

Esa fue la intención de la redada temeraria (o demente, según tu perspectiva) que lanzaron Jon y sus Siete Magníficos de Westeros más allá del Muro en el penúltimo episodio de la temporada. Lord Snow, El Perro, el ahora curado Jorah Mormont, los líderes de la Hermandad Beric Dondarrion y Thoros, de Myr, el salvaje líder Tormund Giantsbane y el bastardo real Gendry se enfrentaron a la horda de zombies para secuestrar a un soldado muerto-vivo como prueba de la amenaza existencial que había en el horizonte. Cuando los atraparon unos demonios y sus generales White Walker, los Khaleesi y sus tres hijos volaron hacia el norte para rescatarlos. Esto llevó a uno de los enfrentamientos más esperados de la serie: dragones versus zombies.

En esta lucha de hielo y fuego, los escupefuegos de Dany parecían destinados a ganar. Hasta que el Rey de la Noche le arrojó una lanza a la bestia llamada Viserion (bautizada por el hermano abusivo de Khaleesi, dicho sea de paso), y la bajó del cielo. El golpe a lo que parecía un arma imparable en la pelea contra los muertos fue devastadora. Aún peor, su líder revivió a la criatura transformada en uno de sus esclavos zombies.

 
Cersei Lannister y su hermano-amante Jaime. Foto: HBO

En Winterfell, la acción fue menos espectacular pero no menos tensa. Dejada a cargo luego de la ausencia de Jon, Sansa Stark encontró que el poder le salía fácil, a pesar de sus feroces opositores. La llegada de sus hermanos, a los que no veía hacía mucho, cambió todo. Ahora inmerso en su nueva identidad como el psíquico Cuervo de Tres Ojos, Bran Stark se transformó en una figura distante y perturbadora. Y si bien Arya recibió una bienvenida relativamente cálida, su entrenamiento de asesina por parte de los Hombres sin Rostro pronto preocuparon a Lady Stark. Por buenas razones: su hermana menor empezó la temporada masacrando a los últimos hombres de la Casa Frey como venganza por la Boda Roja. El Norte recuerda… y está enojado.

Sansa finalmente se convenció de que Arya estaba complotando para matarla en nombre de Jon, y quedarse con el poder del Norte hasta su regreso -un pensamiento paranoico animado, como siempre, por su asesor Petyr «Meñique» Baelish-. O eso parecía. Pero su rivalidad de hermanas, que ahora es materia de jugadas políticas y planes de asesinato en lugar de peleas con comida, era un engaño. (Vamos…su hermano es un psíquico que lo ve todo. ¿En serio pensabas que se iban a tratar de matar entre ellas sin que él hiciera sonar la alarma de la familia Stark?). Las dos hermanas la armaron para que Lord Baelish bajara la guardia, en cuyo momento los tres Stark lo acusaron de traición y lo ejecutaron en el salón principal. Una buena manera de borrarle la sonrisa de la cara a ese tipo. Quizás la única manera.

Todo esto llevó al desenlace espectacular de la temporada: un desenlace que no sólo reunió todos los puntos de la trama sino también sus temas subyacentes. Al principio, Sansa dijo que había aprendido mucho del tiempo que pasó Cersei Lannister. El final demostró que esto es cierto. Como Lady Stark, la Reina de los Siete Reinos orquestó una elaborada farsa contra sus enemigos, organizando una serie de peleas dramáticas y cambios radicales de posturas sólo para convencerlos de que ella había aceptado su tregua. Satisfecho, Daenerys y Jon se dirigieron al norte para reunir las fuerzas de la humanidad en Winterfell; y, en el camino, también sus propias, eh, fuerzas de la humanidad se reunieron, cuando finalmente tuvieron una noche de sexo. Snow ya le había dicho a Dany que ella era su reina, en el sentido de que él la seguiría a ella en lugar de pelear para mantener la corona; ahora hay una gran posibilidad de que realmente reinen juntos.

Pero las complicaciones se siguen sumando como zombies gigantes en un plano general en el norte. Por empezar, Cersei estaba mintiendo: su plan es retirar su ejército de la alianza, llevándose lo que pueda en ausencia de las fuerzas de Dany. Aguantemos el próximo invierno, mientras varias facciones humanas e inhumanas se pelean en el Norte y después limpian el desorden, ¿no? (Esto resultó ser el colmo para su hermano/amante, quien sale a sumarse a la pelea por su cuenta, a pesar del bebé que concibieron y aún no nació). Por otra parte, Bran y Sam finalmente revelan la verdad sobre los padres de Jon en un montaje (mientras el Lord del Norte y la Madre de los Dragones tienen sexo, ni más ni menos): él no es el hijo de Ned Stark, sino de Lyanna, hermana de Lord Eddard, y del fallecido Príncipe Raeghar. El no es Lord Snow, para nada; es Aegon Targaryen, heredero de los Siete Reinos. No sólo calienta la cama de su tía Dany, en otras palabras está potencialmente listo para sentarse en su trono.

Finalmente el Rey de la Noche y su dragón zombie hacen su jugada. En una escena salida de una épica pintura de Frank Frazetta, el monarca de los White Walkers y su reptil vengador destruyen el Muro milenario en su límite oriental. El ejército de los muertos ahora empieza a inundar como un río las tierras de alrededor. Es con esta imagen -y no el triunfo de los Stark, la unión entre el Rey y la Reina, ni la improbable escena de amor entre Missandei y Gusano Gris, consejeros de Dany- que la temporada elige despedirnos.

Pero, para volver a nuestra pregunta origina: quizás digan que estamos locos, pero para una imagen definitiva de la Temporada Siete de Game of Thrones, rebobinamos unos minutos hasta la partida de Jaime de su vida de Desembarco del Rey. Mientras se va de la ciudad, empieza a caer nieve, que al poco tiempo ha cubierto los techos rojos familiares y las imponentes torres de la capital. Esta temporada demostró su sabiduría. Jon y Dany, Sansa y Arya, Tyrion y su hermano mayor, incluso el maldito Perro, que se pasó la mayor parte de la temporada cruzándose con gente que alguna vez trató de matarlo; todo el mundo dejó a un lado las diferencias por un bien mayor.

No hay modo de salvarse de la tormenta que se avecina. Si te importa tu familia, tus amigos, tu gente, tu mundo, tenés que meterte en la tormenta y enfrentarte a lo que haya ahí. Sólo faltan una temporada y seis episodios hasta que descubramos qué queda de nosotros cuando se derrita la nieve y se vaya el humo.

 

 


Rolling Stone Argentina 


 

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